Después de COVID-19… qué pasará con los niños?

Hace unos días hablaba con nuestro amigo y Responsable de Alianzas con Empresas de Cruz Roja A Coruña, Pedro Giménez, sobre la excepcional situación producida por el coronavirus. Durante esta conversación fuimos desgranando los problemas que nos podríamos encontrar el día después del levantamiento del estado de alarma. Los programas relacionados con el bienestar social, que se han suspendido por el confinamiento, deberían salir más reforzados y ampliados que nunca: las personas mayores y los niños van a necesitar espacios naturales como el de As Salgueiras para compensar este tiempo que están pasando encerrados.

Pedro pensaba, por ejemplo, que quizás, para organizar visitas a As Salgueiras, los mayores no podrían llenar un autobús, ya que, probablemente, al principio,habrá que mantener las distancias entre ellos reduciéndose el aforo de 60 a menos de 20 plazas. Pronto nos dimos cuenta de que este no era ningún problema, ya que podríamos organizarlos por grupos, de tal forma que vinieran juntos los que ya convivían en una residencia, pero…

¿y que pasa con los niños?

Los niños no solo no podrían venir juntos sino que no podrían jugar juntos.

Esa imagen me horrorizó y me hizo recordar otra charla en la que nuestro compañero Jaime nos contaba cómo su hija lloraba porque no podía jugar con sus amiguitas. Aunque él tiene la suerte de tener un pequeño jardín en el que sus hijos pueden hacer ejercicio y estar al aire libre, actualmente deben mantener las restricciones para jugar; y no debemos olvidar que para los niños es esencial el juego libre.

Hoy escuchaba al ministro de sanidad valorando la posibilidad de dejar que los niños saliesen a dar un paseo; pero los niños no son un perro que se saque por la correa: los niños tienen que abrazarse,sentirse, jugar libremente, y esto no es compatible con el distanciamiento social.

¿Qué va a ocurrir con ellos? El problema no es tanto cuando van a poder salir a dar un paseo, ni siquiera si pierden un curso escolar: la vida es muy larga y podrán volver a estudiar o completar lo que han aprendido a través de videoconferencias en el ordenador. Lo importante es saber cuando podremos volver a escuchar sus risas, a contemplar sus caritas de felicidad, a verlos correr… Al igual que la hija de Jaime, yo también me pregunto cuando llegará nuevamente el día en el que los niños puedan volver a estar libremente con sus amigos.

Es algo que literalmente nos quita el sueño y por si podemos ayudar en algo, nos hemos puesto a trabajar en ello…

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *