El Juego Como Recuerdo de Futuro
La infancia y adolescencia son un periodo clave para la formación de las personas ya que configuran la esencia de cada uno y son una verdadera fábrica de recuerdos, de los que los más emocionales e importantes nos quedarán para el futuro. Dichos recuerdos se forman gracias a los sentidos y a la intensidad de la experiencia vivida, nos acompañan toda la vida e incluso ganan fuerza con la edad. Todos conocemos casos en los que un anciano no se acuerda del día de ayer, pero tiene muy cercanas y nítidas experiencias de su niñez. Una música que suena, una foto o un olor evocan claramente en su mente esos momentos, siendo un acto estimulante para él e incluso rejuvenecedor.
Todos los urbanistas, arquitectos, paisajistas, ingenieros, diseñadores y artistas modifican la vida de la gente con su trabajo, influyendo directamente en la calidad de vida de las personas. Los que diseñamos áreas de juego debemos ser conscientes de la trascendencia que tiene generar momentos inolvidables en los niños. Todos recordamos los elementos de juego del parque de nuestra infancia que más nos gustaban, esos momentos con los amigos o compañeros en los que interactuábamos con los demás, creando roles sin darnos apenas ni cuenta de que establecíamos a la vez nuestra propia personalidad tanto individual como social.
Desgraciadamente no todos los niños tienen una infancia ideal, por eso hay que luchar y defender siempre su felicidad desde todos los ámbitos, de la administración a la escala doméstica. De ahí también la importancia de crear zonas de juego en nuestros hábitats que trasmitan a la sociedad en general la necesidad de tener una infancia saludable y la importancia de cuidar de este colectivo tan sensible. El juego es sinónimo de inteligencia tanto para el niño como para el futuro adulto y no es algo para tomar a la ligera. Una sociedad que se da cuenta de ello y da pasos adelante aportando espacios cuidados a sus niños para jugar con libertad es una sociedad saludable y adulta.
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