Slow Life, Vivamos Nuestro Momento

Nuestra especie, el Homo Sapiens, tiene alrededor de 75.000 años, y es el resultado de un lento proceso evolutivo. Diferentes estudios convienen que nuestras primeras comunidades tenían, probablemente, una de las mejores calidades de vida. Las distintas revoluciones humanas, la agraria primero, y la industrial, científica y tecnológica después, han generado grandes y positivos avances pero, al mismo tiempo, han empeorado muchos aspectos del estilo de vida de nuestros ancestros. Hábitos poco saludables, estrés, mala alimentación, y un factor común: la rapidez con la que se precipita la vida de las personas y una necesidad crónica de inmediatez en las gratificaciones.

Este vértigo que se ha ido apoderando de la gente en las últimas décadas es la causa de la aparición de un nuevo movimiento llamado Slow Life (vida tranquila). Se trata de  una corriente cultural de alcance mundial que promueve un estilo de vida pausada, priorizando la realización personal y el desarrollo de actividades que promuevan las relaciones humanas verdaderas y duraderas. El slow life tiene su origen en Italia a finales de los 80 cuando el crítico gastronómico Carlo Petrini se rebeló ante la apertura de un MacDonald’s en la Plaza de España de Roma y fundó una plataforma Slow Food, que pretendía defender la alimentación tradicional y el placer de la buena gastronomía. Los buenos alimentos y la buena cocina, al igual que el desarrollo de la vida en la Tierra, son fruto de un proceso lento en que cada fase tiene sus tiempos y que responde bien a actitudes pacientes y perseverantes.

El Slow Life es, sustancialmente, una recuperación de hábitos y costumbres que moldearon al ser humano y que supusieron la base de su desarrollo definitivo. Dejar de mirar el reloj y de consumir el tiempo en acciones superfluas y recobrar la capacidad de asombrarse y maravillarse, de vivir conscientemente cada momento, y de aprender nuevos conocimientos que aumenten la satisfacción personal de cada uno. La verdadera calidad de vida está en disfrutar del tiempo y saborear cada momento, sin prisa, aprovechando todas las habilidades de las que ha sido dotado el Homo Sapiens durante una evolución lenta de miles de años. Un planteamiento muy interesante que ha enganchado a millones de personas en todo el mundo y que promete seguir recuperando nuestra parte más humana.

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