Entendiendo la Sostenibilidad

Hablando de sostenibilidad, es incuestionable que la situación actual obliga a la toma de decisiones de forma inmediata, tanto a nivel global como en clave individual y de empresa. Esta urgencia en hacer y mostrar qué se está haciendo, ha derivado en muchos casos en falta de rigor y transparencia, en lo que ha venido a denominarse “greenwashing” o “lavado verde”. De todos son conocidos los escándalos al más alto nivel que han sacudido el mundo empresarial en los últimos años y el daño que han hecho en la credibilidad de este tipo de políticas.

Periódicamente surgen nuevos términos que se ponen de moda y que ante la falta de rigor de quien los utiliza de forma inadecuada o la ausencia de normas que los regulen, derivan en situaciones similares a la que estamos describiendo. Todos recordamos polémicas por el uso de la denominación BIO o ECOLÓGICO de ciertos productos, o más enfocado en el sector que nos ocupa del espacio público, la laxitud a la hora de catalogar un producto como ACCESIBLE o UNIVERSAL mientras no se establecieron los marcos normativos que lo regularon, e incluso después de existir éstos.

La economía circular, el diseño sostenible o ecodiseño son los términos que hacen referencia al hecho de sustituir un producto o proceso actual por uno alternativo equivalente, pero con un menor impacto medioambiental.  Las 3 premisas innegociables que GALOPÍN establece y el orden de prioridad de estas es el siguiente:

  • Que el nuevo producto o proceso tenga las mismas propiedades o superiores que el producto o proceso original en lo que a calidad, durabilidad, funcionalidad, etc. se refiere.
  • Que el impacto medioambiental de este nuevo producto o proceso sea menor que el del producto o proceso originales.
  • Que el coste de producción resultante sea asumible por el mercado.

Este punto de partida, aparentemente sencillo, supone realmente uno de los retos más importantes para cualquier empresa y del cómo lleve a cabo esta transición, dependerá la viabilidad de las propias empresas.

Analizando cada una de estas premisas de forma pormenorizada veremos la complejidad que implica este cambio de paradigma.

En el sector en el que opera GALOPÍN es imprescindible que cualquier alternativa que se plantee de un producto existente o cualquier nuevo producto que se saque al mercado, lo haga con las características y calidades establecidos por diseño y conforme a las normas que rigen ese producto. Esto implica que se garanticen unas propiedades mecánicas, funcionales, de durabilidad, de resistencia al uso, propiedades químicas, de ausencia de componentes tóxicos, etc.

En una materia prima o en un material “virgen”, la trazabilidad, composición y homogeneidad son por lo general perfectamente controlables y fiables. Sin embargo, cuando la composición de este material procede, en mayor o menor medida, de residuos, materiales recuperados, garantizar esta trazabilidad, composición y homogeneidad se convierte por lo general en complejo, implicando un coste elevado no constante ni controlable. En líneas generales hay distintos tipos de materiales recuperados en función de su origen:

  • Material POSTINDUSTRIAL: restos de producción procedentes de recortes, sobrantes, etc.  que cumplen con los principios de trazabilidad y homogeneidad.
  • Material PRE-CONSUMO: restos procedentes de productos que no han llegado al consumidor final y puesto que están perfectamente identificados cumplen con el principio de trazabilidad.
  • Material POST-CONSUMO: provenientes de productos que han terminado su vida útil y que tras un proceso o tratamiento pueden volver a utilizarse. En este caso tanto la limpieza, como la identificación y clasificación complican la consecución de un material con unas características trazables, homogéneas y certificables.

En cualquier caso, independientemente del origen de los materiales utilizados, se ha de garantizar en todo momento su trazabilidad y las características del producto.

Que el impacto medioambiental de este producto equivalente sea menor tampoco es algo trivial. En primer lugar, han de habilitarse los medios que permitan medir este impacto a lo largo de todo el ciclo de vida, incluidas las posibles vías de recuperación y sus costes una vez concluida su vida útil. Productos de calidad baja y vida útil muy corta o la utilización de mezclas de materiales que complican la identificación, separación y trazabilidad en el final del ciclo, son dos ejemplos de la importancia de exigir que el alcance de las certificaciones incluya la recuperación de estos productos.

La consecución de un producto técnicamente viable y medioambientalmente sostenible no debe ser suficiente y es necesario que se haga a coste medible y asumible por el mercado durante todo su ciclo de vida, ya que si no todos estos esfuerzos serán en vano.

Frente a posturas y políticas empresariales tendentes a lanzar mensajes efectistas y sensacionalistas, con retornos supuestamente inmediatos, pero con consecuencias negativas a medio y largo plazo, existe otra forma de actuar, basada en el rigor, en hechos constatables y en realidades demostrables. La hoja de ruta de GALOPÍN está totalmente alineada con esta forma rigurosa de hacer las cosas, y las líneas maestras en las que se basa la política de sostenibilidad de la empresa así lo atestiguan.

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